DESNUDA.


Quisiera que dejaras de mirarme así, pero supongo que te es muy dificil. Llevas más de media hora intentando dirigir tu atención a la profesora, a los compañeros o por lo menos a la música que estás escuchando en el mp3 que has camuflado en tu camisa, pero sé que se te hace imposible. Aunque quieras no puedes dejar de mirarme. Mueves los labios en un intento de simular que murmuras la letra de la canción que oyes, pero estoy segura de que ni siquiera sabes lo que está sonando. Quieras o no, tu atención la tengo yo.

La profesora se vuelve hacia la clase y con un gesto enfadado silencia los susurros que empiezan a dominar el aula. Apenas se gira hacia la pizarra, estos cobran intensidad y llegan a su punto máximo. Ahora más que nunca se te hace difícil no posar tu mirada en mí… ¡Dios, cuando terminará esto!

-¿Podrían explicarme cuál es la gracia? – pregunta la profesora y yo deseo más hacerme invisible.

Una carcajada se deja oír en el fondo de la clase y es el inicio del fin. Durante los cinco minutos siguientes todo el mundo (excepto la profesora, tú y yo) cede a un frenético ataque de risa. Ahora ya no puedes disimular. Me miras directamente y sin reparo haciendo un último esfuerzo por no ceder, pero finalmente las únicas personas serias de la clase terminamos siendo la profesora y yo. Ella por que fue la de la brillante idea (y quizá también por que esta parada a mi lado y no puede verme a plenitud) y yo por que fui la estúpida que permitió que le colocaran del cuello una lámina del sistema reproductor femenino con el dibujo de las formas de una mujer (desde el cuello hasta la rodilla) perfectamente ilustradas.

¡Incluso tú te ríes de lo sugerentemente ridícula que me veo! ¡¡¡Me quiero morir!!!