LAMENTO.


Pobre, desventurada de ti.

Recorres el mundo con la esperanza vana de tus deseos fervientes. Te resignas a caminar por senderos de disconformidad y hastío. Y aunque de vez en cuando decides manejar tu destino, continúas dejándote llevar por los caprichos del viento.

Empequeñecida, aplastada por fuerzas que no deberían dañarte, sigues marchitándote y buscas consuelo en la contemplación lejana de tus sueños de papel.