-->

CARTA A ...





“Tranquila, todo irá bien”. No creo que alguna vez me hayas hablado así. No recuerdo tampoco, alguna otra frase de aliento de ese tipo. No eres demasiado adepta a decir cosas como ésa, y bueno, seamos sinceras, tampoco es que tengas el don de la palabra ni de la empatía ni de la intuición. Es muy poco probable que te des cuenta de qué es lo que realmente me pasa. No te culpo. Reservarme el derecho de admisión contigo, tiene sus ventajas, pero a cambio tengo que pagar el precio de que no me conozcas total y absolutamente. Eso sí que sería bueno. Creo. O no tanto. No. Definitivamente, no. Es bueno que formes parte de casi todos los aspectos de mi vida, pero algunos quiero reservarlos solo para mí. Y quizá para alguien más. ¿No te pones celosa, no? ¡Que va!

¿Sabes que eres la persona más importante en mi vida? ¿No? ¡Pues lo eres! En serio, no te miento. Seguro no me crees. Tienes tus motivos. Aunque a menudo te digo que te quiero, basta una palabrita filuda, un gestito despectivo, una pequeña ida de boca de tu parte o de la mía, para dar inicio a nuestra versión personal de la Guerra Fría. Ni me hablas ni te hablo. Ni me miras ni te miro. Permanecemos resentidas, dolidas, enojadas, frustradas, orgullosas. Disculparnos nos cuesta tanto como parir. Especialmente a mí porque a menudo la mala termino siendo yo. Eso no me gusta nadita. En realidad lo detesto. ¡Tú también te equivocas! Sí, sí, has hecho tanto por mí como para tener derecho a equivocarte y no disculparte por ello, pero hacerlo de vez en cuando (aunque sea por pura formalidad) evitaría que mi resentimiento nos lastime todavía más.

¿Sabes que eres la persona que más amo en el mundo? ¿No? Por vida que lo eres. Suelo creerme más inteligente, más culta, más amable, más considerada, mejor hablada que tú. Suelo creer que mis principios son más y mejores que los tuyos. Suelo juzgarte como si fueras un nazi y yo una judía sobreviviente del holocausto que tú creaste. Suelo creer que muchas de las cosas malas que me pasan(pasaron) son(fueron) por tu culpa. Pero siendo absolutamente sincera, sé que eres mucho mejor persona que yo  y que te cortarías un brazo antes de lastimarme (adrede). Quizá no sabes cómo expresarme esa necesidad tuya de protegerme. Quizá yo soy una estúpida engreída sabelotodo que no sabe entenderte. Nos han hecho mucho daño. Nos hemos hecho mucho daño entre nosotras. Perdóname. Yo te perdono. Seguro no tengo derecho decir eso considerando que fuiste tú la que casi muere de dolor cuando nací, pero aún así quiero que sepas que si en realidad tengo algo que perdonarte, te perdono.

A veces pienso que eres mala. A veces siento que te odio. Pero son los vapores venenosos de mi rabia los que me hacen pensar y sentir así. De nuevo, perdóname. Porque, de lo que SIEMPRE estoy segura es de que el día que te vayas, me quiero ir contigo. Así de grande es mi necesidad de ti. No tengo el valor de decirte todo esto en persona, y no estoy segura de que lo interpretes correctamente, así que solo me queda sincerarme en papel (o una hoja de Word). 


TE AMO MUCHO MAMI. MUCHÍSIMO.  







Etiquetas:

Share:

5 visitantes opinaron

  1. Que bonita carta, al principio pensaba que se la escribías a una amiga... al final he visto que realmente una madre puede ser una gran amiga aunque nos enfademos o no estemos de acuerdo con ella.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Que bonita ^^ la verdad es que yo tambien tengo una relacion parecida con mi madre..
    Por cierto, pasaba para avisarte de que tienes un premio (bueno, dos premios ^^) en mi blog :) http://basadoenmi.blogspot.com.es/2012/05/otros-dos-premios.html
    Besitos!

    ResponderEliminar
  3. Me he emocionado mucho con esta entrada. Especialmente porque me he sentido profundamente identificada con muchas cosas de las que has escrito.
    Tienes un gran taleto, y tienes que saber que me encanta pasarme por aquí a leerte. Siempre me dejas alucinada >.<
    Un fuerte abrazo :)

    ResponderEliminar

Gracias por escribir. Me comunicaré contigo tan pronto lea tu mensaje. ¡Ten un buen día!