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NO MANEJES EN LIMA.









Antes que nada debemos reconocerlo: el sistema de transporte de nuestra ciudad es un auténtico caos. Y esto no es culpa de Discovery Channel, ni del documental "Don't driver here" (en una edición del cual, nuestra capital es la protagonista) ni de su conductor, el periodista Andrew Younghusband (el bendito al que un mal día se le ocurrió explorar nuestra selva de concreto).

Bueno, para nadie es un secreto que deslizarse por nuestras pistas  (sea en bus, combi, taxi, moto, bicicleta, etc) es un soberano lío. Comenzando porque a todos nos ha pasado alguna vez (o para nuestra desgracia nos pasa siempre) que para subir al carro tenemos que pelearnos con la gente tal cual estuviéramos en un ring de box, pues las primeras horas de la mañana y de la noche (más o menos, 6:00 am y 7:00 pm respectivamente) todos los paraderos de Lima se convierten en cuadriláteros en los que los pasajeros debemos codear, empujar, jalonear, pisar, zamaquear o lo que sea con tal de meter por lo menos la mitad del cuerpo dentro del carro y poder viajar, pues de no ser así nos tocan varios minutos más de espera y probablemente otra buena refriega. Luego, una vez dentro (o semi dentro) nos esperan atascos monumentales, peligrosas maniobras de manejo, pistas colapsadas, policías ineficientes, ausencia de señalizaciones y por supuesto una manada de peatones imprudentes que se creen incorpóreos.

Al margen de las reformas, que de hecho se deberían aplicar, el problema de nuestro sistema de transporte somos nosotros, los ciudadanos. Y es que no tenemos una adecuada educación víal, no respetamos las leyes de tránsito, y encima les "rompemos la mano" a los policías cuando nos sancionan, en suma, prácticamente hacemos lo que nos da la gana. Ya deberíamos estar cansados de ver todos los días en los noticieros tantas muertes causadas por la irresponsabilidad y falta de respeto hacia las normas. El caos de nuestro tránsito no solo lo tiene que solucionar la municipalidad, la alcaldesa o el gobierno, ¡No hay que ser tan frescos para achacarles el muerto a otros, cuando sabemos que depende de cada uno de nosotros (conductores y peatones) el dejar de alimentar la informalidad, la imprudencia, la ignorancia, la indolencia y la salvajada que impera en nuestras pistas!

Esperemos que el dichoso documental nos sirva de escarmiento, porque en realidad es una vergüenza que alguien, refiriéndose a nuestra ciudad, le grite al mundo: “A menos que quieras morir en un choque, no manejes aquí”.




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