
Mucho de lo que he escuchado y visto de ambos me resulta extremo, torpemente generalizado y defendido con argumentos subjetivos y/o furibundos.
Las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra vida, estén o no de acuerdo los demás, pero también tenemos que hacernos responsables de las consecuencias de ese derecho y respetar lo límites que implica. Mi vida y mi cuerpo no es ni la vida ni el cuerpo de una criatura que se aloje dentro de mi, aunque me use para subsistir; la naturaleza es así, para bien o para mal nos ha tocado el organismo apto para esto. Que yo lo lleve dentro no significa que se ha convertido en un apéndice mío y que tengo la facultad de decidir sobre él así sin más.
Yo no puedo pedir que legalicen el aborto cuando escucho mujeres que usan su potestad absoluta sobre su cuerpo como justificante para terminar con una vida, incluso cuando surge por descuido. ¿Por qué "solucionarlo" así cuando puedes preveerlo?, ¡si no quieres tener un bebé, evita embarazarte! Además me parece ridículo que menosprecien un feto porque "no es un ser humano". ¿Acaso no está tan vivo como una semilla desde el instante mismo en que se fecundó el óvulo?
Pero los de "Con mis hijos no te metas" no son mejores. Dejando de lado el horror que parecen sentir por la palabra "igualdad", veo que se cierran por completo a analizar situaciones complejas como el abuso a menores y el embarazo infantil. Toda vida es sagrada, claro, pero ¿cómo puedes simplemente dejar que una niña cargue con un hijo producto de una violación?
Está tan podrido el sistema y tan aberrante es la forma en que llegan a comportarse los credos religiosos, que no hay garantías del bienestar y la seguridad que necesita un niño para crecer y desarrollarse bien. Los sistemas de salud, los organismos de adopción, las instituciones de caridad, todo funciona mal; la gente se golpea el pecho pero no pasa de eso, la justicia se ríe en la cara de las mujeres abusadas, de los niños vejados. La mierda se expande de forma tan alarmante que no puedes venir fácilmente a decir que una niña tenga otro niño y que lo dé en adopción.
Hasta hace poco estaba del todo en contra del aborto, ahora pienso que no sé lo que haría si me violaran y me embarazaran. En mi cabeza diría que el bebé no tiene la culpa, que debo tenerlo y ayudarle a crecer sano y feliz, pero dentro mío se revolcaría un bulto oscuro, deforme, rabioso, que me desagarraría hasta con cada respiración. Si lo abortara, tal vez me odiaría por el resto de mis días; si lo tuviera, tal vez lo odiaría a él o ella por el mismo tiempo. La vida es sagrada, pero una vida con tanto y tal sufrimiento dudo que valga la pena ser vivida.
No es tan fácil como decir "aborto ya" o "aborto nunca", la cuestión no se zanja así como así. Si es que existe un punto intermedio, algo que asegure la menor cantidad de dolor, ojalá seamos capaces encontrarlo.